Cómo se recupera un terreno después de un incendio

  • Será necesario preparar el terreno para la llegada de las lluvias

Es bien sabido que un incendio arrasa por completo todo lo que encuentra en su camino. En el caso de los montes y bosques, el resultado salta a la vista. En estas situaciones es preciso actuar cuanto antes para recuperar, en el menor tiempo posible los árboles y arbustos perdidos por las llamas. En este practicograma descubrirás cuáles son las medidas que se tienen que llevar a cabo para que la vegetación crezca cuanto antes en los terrenos afectados por un incendio.

1 Preparar el terreno para las lluvias.

Los árboles y arbustos actúan como un manto protector del suelo frente a las lluvias. Un terreno que ha sido asolado por las llamas carece de esta protección natural, por lo que la lluvia cae directamente sobre la tierra. Esto hará que las vías de escape de agua que presenta el terreno de forma natural se modifiquen por la erosión que la lluvia imprimirá sobre el terreno, lo que puede provocar inundaciones. Por otra parte, las semillas sanas que hayan podido quedar diseminadas por el suelo se perderán, minimizando las posibilidades de repoblación natural del bosque. Por ello, resulta vital cubrir el suelo con un ‘manto’ natural de vegetación, de manera que ya no sea tan vulnerable a la lluvia y que el agua acumulada pueda volver a ser reconducida hacia las vías de escape naturales del terreno. La construcción de pequeñas presas y diques puede ser muy útil en este sentido.

2 Retirar la madera quemada.

El próximo paso será limpiar la zona afectada retirando la madera quemada que haya podido quedar diseminada por el suelo así como cualquier otro tipo de desperdicio. No sólo sirve de obstáculo para la reforestación del terreno, sino que además puede generar plagas de insectos, algo que puede llegar a ser muy perjudicial para un terreno ya de por sí muy deteriorado.

3 No dañar los árboles que puedan recuperarse.

Es fundamental limpiar el terreno retirando la madera quemada, pero también lo es el mantener y proteger aquellos árboles que hayan podido sobrevivir al incendio. Especies como la encina y la sabina pueden sobrevivir con facilidad a uno. Puede que sus hojas y ramas hayan ardido y que su tronco esté carbonizado, pero se trata de especies muy duras, y es muy probable que el interior de dicho tronco, al igual que las raíces del árbol, se encuentren en perfectas condiciones, haciendo más que factible su recuperación. Mantener estos árboles intactos resulta indispensable para recuperar el tejido vegetal de la zona con la mayor rapidez posible.

4 Proyecto de repoblación.

Con el terreno saneado y libre de madera quemada y demás desperdicios, lo siguiente es elaborar un proyecto de reforestación. Para hacer esto hay que tomar muestras del terreno y planificar bien dicha reforestación. Desde el número de árboles que se plantarán por hectárea hasta la especie de los mismos. Hay quien considera que los bosques deberían estar compuestos por diversas especies de árboles, ya que ello evitaría la rápida propagación del fuego. Esta opción tiene muchos detractores, ya que probablemente afectaría a la fauna autóctona. La polémica está servida.

5 ¿De quién es el terreno?

Una vez realizado el proyecto de repoblación y reforestación, es el turno de averiguar de quién es el terreno quemado. Esto es especialmente importante cuando el incendio ha arrasado porciones de terreno de miles de hectáreas. Se trata de informar a los propietarios de las parcelas quemadas de las labores de limpieza y recuperación del terreno, así como de implicarles en la labor.

6 Recuperar las infraestructuras.

Igualmente importante es reconstruir y reparar cualquier infraestructura que se haya podido ver afectada por el incendio: vías de distribución de agua, caminos, tendidos eléctricos, puestos de vigilancia forestal, cortafuegos, etc. Es la mejor garantía de que en el futuro no se vuelvan a producir nuevos incendios y, si se vuelven a producir, de que se pueda actuar lo más rápido posible para extinguirlos.

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